



Luciérnagas de Sábila. 110 plantas de sábila intervenidas con 60 circuitos lumínicos. Circuitos eléctricos, diodos LED, interruptores, pilas alcalinas. 1.200 m² intervenidos. San Vicente, Finca Libertad, Medellín, Colombia. Participantes: 30 mujeres yerbateras. 2011.
Luciérnagas de Sábila nace del trabajo con un grupo de mujeres yerbateras de San Vicente, Medellín, quienes dedican su vida a la búsqueda y cultivo de plantas medicinales. Más allá de lo medicinal, la obra se enfoca en el vínculo sensible y territorial entre estas mujeres y su entorno natural, en su saber ancestral, no escrito, que constituye una ciencia transmitida por experiencia y comunidad.
Luciérnagas de Sábila nace del trabajo con un grupo de mujeres yerbateras de San Vicente, Medellín, quienes dedican su vida a la búsqueda y cultivo de plantas medicinales. Más allá de lo medicinal, la obra se enfoca en el vínculo sensible y territorial entre estas mujeres y su entorno natural, en su saber ancestral, no escrito, que constituye una ciencia transmitida por experiencia y comunidad.
El proyecto se activa con un recuerdo: la visión de una bandada de luciérnagas iluminando suavemente el paisaje nocturno de los cultivos. Esa luz mínima, rítmica y viva, modificaba la percepción del territorio y parecía enlazar a las mujeres con el entorno de manera poética y radical.
A partir de esa imagen, se instalaron circuitos eléctricos luminosos en 110 plantas de sábila, creando una coreografía de puntos de luz que fueron activados por las propias mujeres, transformándose en participantes esenciales de una acción simbólica. Cada encendido traza una forma distinta de mensurar el paisaje: no por
sus límites físicos, sino por las presencias que lo habitan, por los cuerpos que lo sostienen.
La instalación tiene una dimensión temporal: los circuitos permanecerán encendidos solo el tiempo que duren las pilas. A medida que se apagan, el paisaje vuelve a la oscuridad, y el gesto se deshace lentamente. El trabajo propone así una naturalización de la tecnología, un proceso que evidencia la fragilidad del gesto humano y su inscripción en un tiempo cíclico y orgánico.
En Luciérnagas de Sábila, cada mujer es territorio, cada luz es memoria, y cada activación una forma de volver a habitar y resignificar el paisaje.
Fotografía: Julen Birke