El trabajo “Añañucas” que Julen Birke ahora presenta, resume y potencia varias de las constantes de su proceso de obra. En términos generales, lo que hace es conjugar dos elementos conceptuales: la cita histórica al entorno y la reelaboración escultórica del paisaje. La artista lo explica así: “Me interesa poblar o invadir el espacio planteándome como problema la habitabilidad del lugar, para lo cual utilizo la seriación a partir de un módulo estándar generando un sistema de apropiación. Estoy trabajando con los referentes de la naturaleza, tanto en el proceso de la proliferación orgánica de los módulos como en los colores propios de ella”. 
En esta oportunidad, la artista parte reflexionando sobre el lugar de exhibición: la galería de la Stifftung DKM, que se encuentra ubicada en la ciudad de Duisburg, un puerto de fuerte pasado industrial que aún está a la vista a través de algunas estructuras que se conservaron en el proyecto urbano Jardín de los Recuerdos, realizado por el arquitecto inglés Norman Foster. La idea principal era crear un lugar de memoria que recordara todo lo que fue el apogeo del puerto. La construcción donde se encuentra la galería actualmente estaba inserta en el parque industrial de la época y fue una de las edificaciones conservadas en lo que hoy es el Jardín de los Recuerdos. 
Julen Birke elabora este antecedente histórico, cultural y visual, bajo la idea de un sitio industrial (por ello árido, artificial) que, a través de los mecanismos de la nostalgia, es capaz de transformarse en un jardín para la memoria colectiva. A partir de este concepto, realiza una analogía con el desierto florido chileno, que es un fenómeno que ocurre en primavera en uno de los desiertos más áridos del mundo (Atacama, en Chile). En un lugar donde nadie se imaginaría que una semilla puede germinar, el milagro sucede y año tras año miles de turistas acuden a presenciar el colorido espectáculo. El trabajo, en definitiva, consiste en instalar una reinterpretación escultórica del desierto florido dentro de la galería que funciona como una cita desviada al entorno en el cual se ubica la sala de exhibición. Julen elige utilizar específicamente el referente de la Añañuca, una flor rosada que florece junto al resto en el desierto. Así, cada pieza, equivale a una flor.

 Los volúmenes están iluminados interiormente (produciendo una atmósfera rosa) y generando la proyección de la luz hacia el exterior, de manera que se produce un cruce entre el jardín interno (el que ella crea) y el jardín externo, también iluminado. En los meses más oscuros, Julen no sólo crea un jardín luminoso hecho de esculturas-lumínicas, sino que convierte a la galería misma en un contenedor de luz, potenciando su arquitectura y su diseño en forma de vitrina, donde hay cuatro ventanales por los cuales entra y sale la luz. El trabajo, en términos técnicos, consiste en 300 volúmenes cilíndricos de 35,5 cm de diámetro y 18 cm de alto, realizados con paños de limpieza de color rosado. Cada volumen tiene una ampolleta en su interior y todos están interconectados por cables transparentes. 
Es interesante considerar que Julen Birke reside hace algún tiempo en Alemania, lo que ha implicado volver a organizar su trabajo creativo según las posibilidades que un nuevo entorno ofrece. 
Catalina Mena. Septiembre, 2005, Santiago de Chile.

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